Los cambios en la vida son los que le hacen ser un proceso de transformación continua. Sin embargo, a veces los cambios o las pérdidas pueden tener efectos demasiado intensos en las emociones y conductas de las personas. Es en estos momentos que el dolor, la tristeza, la culpa o el enojo que se llegan a sentir pueden manifestarse de muchas maneras llegando a afectar el devenir diario de los individuos. Ya sea por la muerte de un familiar o ser querido, un divorcio o separación amorosa, o el abrupto final de un empleo; estos cambios necesitan, en la mayoría de los casos, de un acompañamiento que permita un nuevo estado de equilibrio funcional en las personas que pasan por ello. En muchas culturas tradicionales se marcan este tipo de transiciones con consciente anterioridad y se preparan a las personas para poder atravesarlas con apropiados resultados de crecimiento e integración personal, permitiéndolas salir de estos procesos con una forma de ser más madura y evolucionada.

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